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Un Homenaje Hecho Pan

Wilson Flores, un ambateño que llegó a Guayaquil a los 13 años, encontró su vocación entre hornos y masas. Huyendo de la pobreza, comenzó limpiando en la panadería de unos parientes, pero su fascinación por el arte de hacer pan lo llevó a aprender el oficio durante las noches, apasionándose por las texturas, sabores y el aroma de la harina recién horneada.

A los 19 años, con el nacimiento de su hijo Erick, quien padecía una delicada enfermedad renal, la vida de Wilson tomó un nuevo rumbo. El apoyo de su familia política y el anhelo de salvar a su hijo lo impulsaron a abrir su primera panadería. Erick, a sus dos años, se convirtió en su 'asesor panadero', ofreciendo comentarios que ayudaron a Wilson a perfeccionar su famoso pan de dulce.

Trágicamente, Erick falleció el mismo día que Wilson cumplía 22 años, apenas un mes después de inaugurar la panadería. Superando un dolor inmenso y con la motivación de su esposa, Wilson decidió nombrar el negocio 'Panadería Erick', prometiendo que cada creación sería un homenaje a su hijo. Con trabajo arduo, repartiendo pan a pie, el negocio comenzó a crecer, convirtiéndose en un referente en Urdesa y sus alrededores.

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Acerca de

Panadería Erick: Un Homenaje Hecho Pan, Desde el Corazón de Guayaquil.
La historia de Wilson Flores, un ambateño que transformó el dolor en un legado de sabor y perseverancia, honrando la memoria de su hijo Erick.